lunes, diciembre 20, 2010

ANDRÉS OPPENHEIMER:
[D]entro de uno o dos años, cuando los cables diplomáticos de Wikileaks desaparezcan de los titulares y pasen al mundo de los historiadores, quizás sirvan para desarmar algunas de las teorías conspirativas que proliferan en el mundo.

Los grandes titulares de hoy, como la pregunta formulada por Clinton a su Embajada en Buenos Aires sobre la salud mental de la presidenta Cristina Kirchner, pasarán a la historia como fascinantes pies de página. Pero, como cualquier diplomático de cualquier país puede atestiguar, ese tipo de preguntas especulativas abundan en el tráfico de notas diplomáticas de cualquier embajada.

Pero, hasta el momento en que escribo estas líneas, el cuarto de millón de cables revelados por Wikileaks no sustentan ninguna de las más extravagantes teorías conspirativas que circulan en Internet, como que el ex presidente George W. Bush -y no Al Qaeda- fue responsable de los ataques del 11 de septiembre de 2001, o que el principal objetivo de la desastrosa invasión estadounidense a Irak fue apoderarse de las reservas petroleras de ese país, o que los diplomáticos estadounidenses en Latinoamérica están conspirando en secreto con políticos opositores para deponer a Gobiernos izquierdistas.