MARCHANDO OTRA de comparaciones tontas: Egipto e Iraq. Decir que Obama puede hacer en el primero, en 2011, lo que Bush no hizo en el segundo, en 2002, es, cuando menos, coger el rábano por las hojas. Egipto es un aliado de EE.UU. y el único país árabe uno de los dos únicos países árabes, junto con Jordania, que tienen la paz firmada con Israel; recibe sustanciosas ayudas económicas yanquis y es bien visto por Jerusalén.
El Iraq de Saddam era un régimen enemigo, que había estado en guerra con EE.UU. sólo una década antes, sometido desde entonces a sanciones económicas y militares internacionales, incluidas dos zonas de exclusión aérea con frecuentes incidentes armados (es decir, una guerra de baja intensidad, pero guerra), que había incumplido los términos del armisticio de 1991, y que en 2002 era sospechoso de poseer y desarrollar armamento prohibido (nota para desmemoriados: no sólo Bush, Blair y Aznar, sino los países que se opusieron a la guerra lo creían; hasta Zapatero, que sólo estaba en desacuerdo en el método de desarmar a Saddam Hussein). Y sólo habían transcurrido pocos meses desde el 11-S que, aunque no fuera instigado por Saddam, sí fue algo que hizo cambiar completamente el cálculo del riesgo: si diecinueve mataos consiguieron lo que consiguieron, el potencial de hacer daño por parte de un régimen establecido y organizado, que quería lo mismo que esos 19, era demasiado importante para ignorarlo.
El Iraq de Saddam era un régimen enemigo, que había estado en guerra con EE.UU. sólo una década antes, sometido desde entonces a sanciones económicas y militares internacionales, incluidas dos zonas de exclusión aérea con frecuentes incidentes armados (es decir, una guerra de baja intensidad, pero guerra), que había incumplido los términos del armisticio de 1991, y que en 2002 era sospechoso de poseer y desarrollar armamento prohibido (nota para desmemoriados: no sólo Bush, Blair y Aznar, sino los países que se opusieron a la guerra lo creían; hasta Zapatero, que sólo estaba en desacuerdo en el método de desarmar a Saddam Hussein). Y sólo habían transcurrido pocos meses desde el 11-S que, aunque no fuera instigado por Saddam, sí fue algo que hizo cambiar completamente el cálculo del riesgo: si diecinueve mataos consiguieron lo que consiguieron, el potencial de hacer daño por parte de un régimen establecido y organizado, que quería lo mismo que esos 19, era demasiado importante para ignorarlo.
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