domingo, febrero 27, 2011

MÁS MEMORIA HISTÓRICA:
Ahora que la gente empieza a descubrir qué clase de tiranos gobiernan en el Magreb y Oriente Medio, conviene recordar al que sin ninguna duda fue el peor de todos, alguien que oprimió a su pueblo hasta límites insospechados y que afortunadamente ya no está entre nosotros: Sadam Hussein.

Al lado de este monstruo, tipos como Ben Alí, Mubarak o incluso el lunático de Gadafi podrían ser considerados como hermanitas de la caridad.

En la dictadura de Sadam Hussein, las revueltas que estos días hemos visto en Túnez, Egipto y Libia habrían sido del todo impensables. Y la razón es sencilla: en el Irak previo a 2003 no había lugar para la discrepancia. Una simple sospecha del dictador bastaba para ejecutar a cualquiera, incluídos primos, cuñados y yernos. Según los cálculos, más de trescientas mil personas murieron por orden directa suya desde que llegó al poder en 1979. Alrededor de mil personas al mes, que se dice pronto.
Llevo días alucinado al observar cómo muchos a los que ahora se les desata el ardor guerrero y piden deponer a Gadafi incluso por la fuerza son los mismos que en 2003 salieron en tromba a tomar las calles para intentar impedir que Saddam Hussein fuera derrocado, cuando los muertos provocados por el primero en estos días han sido lo que para Saddam habría sido un aperitivo.