jueves, septiembre 22, 2011

LO QUE EE.UU. no cuenta y produce escalofríos:
Demasiada poca reflexión entre los analistas ha generado la última medida de política monetaria no convencional de la Reserva Federal de los Estados Unidos. Tras dos frustrados intentos de incidir sobre la actividad, el crédito y el empleo a través de la expansión de su balance, esta tercera iniciativa persigue, por el contrario, cambiar la composición del mismo mediante la sustitución de deuda soberana a corto plazo, por debajo de los tres años, por otra de vencimientos más prolongados en el tiempo. Además, usará los fondos procedentes de la amortización de titulizaciones hipotecarias para comprar emisiones de similar perfil, a fin de mantener la presión a la baja sobre los costes financieros ligados a la adquisición de una vivienda. Puesto Bernanke en la tesitura de elegir entre inflación y paro, claramente ha optado por luchar contra el segundo.

Se trata de una acción valorada, solo en su primera parte, en 400.000 millones de dólares que, al tipo de cambio actual, son casi 300.000 millones de euros. Es el fulgor de las mareantes cifras el que impide ver las implicaciones de una operación que revela una situación extraordinariamente preocupante, tanto de la realidad actual estadounidense como de su futuro inmediato. Lo que esconde es casi peor que lo que cuenta. Nos podríamos quedar plácidamente en la anécdota de los datos y pensar que el demoledor efecto bursátil de la medida es solo resultado de las expectativas frustradas de unos inversores que esperaban más alegría para el cuerpo en la Macarena de la “barra-libre-de-liquidez-no-importa-lo-que-depare-el-futuro”, quantitative easing hasta el infinito y más allá. Siento la decepción. Ya hemos comentado aquí alguna vez que esta operativa de los bancos centrales, cuando se destina casi en exclusiva a sostener las finanzas públicas, no puede, no debe perdón, ser por definición ilimitada, dados sus perniciosos efectos para la economía en un entorno global de menor crecimiento. Esa es la primera admonición oculta. Se acabó.

¿A qué nos estamos refiriendo exactamente?
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