jueves, septiembre 01, 2011

VOCES SENSATAS en Cinco Días. Por lo menos una:

Me resisto a considerar la crisis económica que padecemos como algo inevitable. Quizás sea eso lo que interesa hacer creer desde determinados estamentos, muy afanados en mostrar el viejo señuelo del liberalismo o el exceso de mercado como los agentes principales de la debacle, a la par que insisten en reclamar nuevas medidas intervencionistas para impedir que este estado de cosas vuelva a repetirse. Probablemente, el discurso forma parte de ese análisis instalado en la geografía de lo políticamente correcto, pues los defensores del mercado suelen aparecer retratados como moralmente atrofiados, debido a su insistencia en una eficiencia económica que soslayaría otros valores prevalentes. De esta manera, un problema de perfiles tan complejos se despacha con una sola palabra: codicia. Una codicia a la que los poderes públicos habrían tenido que poner remedio mediante dolorosas pero inevitables intervenciones que retornaran a su cauce natural las embravecidas aguas de un mercado desbocado y enloquecido.

No creo, sin embargo, que toda la explicación que requiere este funesto ciclo económico en el que nos hallamos pueda ser zanjada de una manera tan simple. Es más, empiezo a sospechar que puede haber sido un exceso de intervencionismo el que nos ha conducido a esta situación tan lacerante y que la reacción estatal de apoyo a las entidades financieras en quiebra (ayudas de emergencia, préstamos sin interés o subvenciones) ha empobrecido a aquellos otros agentes económicos más responsables y capaces, impidiéndoles emplear esos ingentes recursos de una manera más eficiente y sensata.