Y MIENTRAS TANTO, en Japón:
Se trata, por supuesto, de una opinión estrictamente personal pero creo que, entre la vorágine de reformas locales y de predicciones foráneas, ha pasado demasiado desapercibido un dato de enorme trascendencia económica conocido ayer. De acuerdo con la información manejada por el WSJ esta madrugada Japón habrá anunciado su primer déficit comercial anual desde 1980 (que se confirma: 24.500 millones de euros fruto de una caída de las ventas del 8% y un aumento de las importaciones del 8,1% en 2011, de acuerdo con el interesante first take de Marketwatch). No solo eso, los expertos consultados por el diario de Murdoch advierten que, de mantenerse la debilidad del comercio internacional y la fortaleza del yen, la excepción puede convertirse en norma en los años venideros. Algo a lo que contribuiría, estructuralmente, su progresiva transformación de "superpotencia exportadora a nación de pensionistas", con el consecuente impacto en la iniciativa y competitividad empresarial, y, circunstancialmente, los mayores costes de aprovisionamiento derivados del parón nuclear tras el tsunami de marzo del año pasado. Sea como fuere, de confirmarse el cambio de signo, supondría una auténtica bomba en la línea de flotación de las precarias finanzas niponas, fenómeno capaz de hacer girar el foco desde la quebradiza Europa hacia el país del Sol Naciente e incrementar de este modo, más si cabe, la elevada inestabilidad mundial. Lo que nos faltaba.
¿Por qué es tan relevante?
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