miércoles, febrero 29, 2012

LOS YONKIS de la subvención:
El allegado, familiar, empleado o amigo que un buen día decide robarte, primero te saquea de poco en poco, para que no lo notes. Primero muy poco, porque siente vergüenza y miedo, y cuando le descubre el gusto un poco más, y tú no notas nada porque eres realmente buena gente y confías en la Humanidad.

El ladrón poco a poco se acostumbra a vivir con lo que te roba, y lo que era un extra se convierte en una necesidad. Ha subido su nivel de vida gracias a lo tuyo y aunque cada vez toma más riesgos para robarte, una vez has descubierto el encanto de vivir con más cuesta mucho volver atrás.
 

La ambición nunca es suficiente, sobre todo para el nuevo rico y el venido a más, y el ladrón, que ya se cree impune después de tanto tiempo, se crece y se suelta y decide olvidar cualquier precaución y llevarse por delante todo lo que en cada golpe se va encontrando. Ni siquiera así le descubres a la primera, porque tu ingenuidad es de chiste y es inagotable tu confianza en la bondad.
 

Pero llega un día en que para mantener su tren de vida y sus tantísimos caprichos -que él ya confunde con sus necesidades- la urgencia le puede y te roba con desfachatez y descaro, a cara descubierta y ante tus propios ojos. Sólo entonces le descubres y viene el drama.
 

Bien, esto es lo que nos ha pasado con el Estado del Bienestar. 
La cosa sigue.