"EL GRAN PLAN para salvar a Europa se está yendo a pique". Pero no es porque falle la austeridad, precisamente. Es porque ésta no es tal: nadie puede decir, por ejemplo, por lo menos sin ahogarse de risa, que un presupuesto como el español, con un déficit de unos 60.000 millones, es austero.
Cuando se habla de los efectos perniciosos de la austeridad parece como si los países tuviesen superávit y a pesar de ello los gobiernos decidiesen ahorrar en momentos de crisis. Pero es que registran déficits, y resulta que buena parte de los mismos se dedican a sufragar el propio déficit, colocando deuda que hay que devolver con intereses. Eso, en una empresa privada, sería lo que se había conocido siempre como una pelota de letras. O a nivel individual, como si se tirara de Visa para poder ir pagando lo que se debe al banco. Es decir, una vía directa al desastre.
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