OJO con el tópico de que las economías autonómicas no se verían afectadas en caso de independencia, avisa Valentí Puig en El País:
El prestigioso profesor Pankaj Ghemawat, ahora en IESE, ha publicado muy recientemente un artículo sobre las secesiones en Europa (www.theglobalist.com). Advierte de la constatación de que, cuando dos empresas están ubicadas en lados opuestos de una frontera nacional, su relación comercial desciende en unos dos tercios. Cita el caso de la separación entre la República Checa y Eslovaquia, una situación en la que la intensidad comercial entre las dos nuevas naciones bajó en tres cuartas partes en cinco años, y a pesar de la unión aduanera. En el caso catalán, los efectos sobre el balance comercial —internacional e interregional— significarían una grave contracción.Leedlo entero. Por cierto, el artículo de Ghemawat al que se refiere es este.
Nuevo mantra, contradicciones de siempre. Ese apetito actual de desconexión económica contrasta con los largos años de querencia proteccionista que representaron el empuje económico e industrial de la Cataluña moderna. Las energías incorporadas a la causa del proteccionismo frente al librecambismo ejercieron una inmensa presión en Madrid para garantizar el arancel aduanero que gravaba las importaciones y aseguraba al textil catalán los mercados de España. A posteriori, sea uno librecambista o proteccionista de nuevo cuño, aquella fue una de las batallas que curtió a la burguesía catalana y puede verse como preámbulo, y seguramente uno de los orígenes, de lo que sería el catalanismo. España era un mercado grande y necesario, la conexión económica urgía.
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