DA QUE PENSAR: desde el Acuerdo de Edimburgo, uno de cada cuatro escoceses que apoyaban la independencia han cambiado de opinión.
Lo que demuestra la astucia de Cameron: consciente de que la opción independentista está en minoría, fuerza un voto en sus propios términos con una pregunta directa (ya que por ley era él y no Salmond quien quien tenía que decidir la formulación concreta) que pretende que a los indecisos se les ponga la cara del Coyote cuando, persiguiendo al Correcaminos, se da cuenta de qué ha ido más allá de borde del precipicio.
Es por eso que es difícil la comparación con Catalunya: entre otras cosas porque ni la posición soberanista es tan reducida --sino que podría ganar--, ni Mas aceptaría que el texto de la pregunta lo pusiese Rajoy, ni los medios de comunicación rechazan, com sí lo hacen en el Reino Unido, un grado de connivencia con el poder que les hace ser prácticamente portavoces del gobierno y herramienta imprescindible para el aparato de propaganda
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