lunes, diciembre 17, 2012

VALENTÍ PUIG:

No está claro qué repercusión han tenido ya los largos años de inmersión lingüística, la vindicación soberanista o la espuma independentista. Habrá aumentado el uso social del catalán —utilitario— pero sin acceder a una mayor proyección significativa del catalán como lengua de cultura, como lengua de cultura exigente, intelectualmente competitiva, literariamente creativa. Ni tan siquiera es constatable que en la comunidad universitaria los estudios de filología catalana garanticen indagaciones de gran prestigio, sino el apego a una cierta mediocridad corporativista. De ahí la falta de aportación a un género como el ensayo, vital en estos momentos de cambios globales y que en Cataluña se circunscribe mayoritariamente al temario del anhelo catalán, la frustración catalana, la imposibilidad de ser parte de España y las ventajas financieras de independizarse. Un reduccionismo así impide pensar sobre el mundo de hoy. Lo reconocen no pocos editores, por lo mismo que se lamentan los profesores universitarios agobiados por el escalafón y la inmersión nacionalista. Es un déficit claro de creatividad y no parece atribuible a imposiciones genocidas de la lengua castellana. Muy al contrario: a mayor déficit de creatividad, mayor superávit de institucionalización del catalán. Haría falta una prospección ecuánime que las actuales circunstancias políticas hacen prácticamente imposible.