Un viejo chiste periodístico dice que cuando el titular es una pregunta, la respuesta siempre es ‘No’. Y éste no es una excepción: en efecto, y a pesar de lo que se ha publicado recientemente, no hay razones para pensar que los seres humanos del siglo XIX fueran más inteligentes que nosotros. Por muy consolador que pueda parecer a quien cree en un mundo en decadencia. O por muy ajustado a las teorías que predican la indefectible estupidización de la especie humana debido a la tendencia de aquellos presuntamente más inteligentes a tener menos hijos; lo que podríamos llamar el ‘Síndrome de Idiocracia. La percepción de la decadencia de la especie es algo que suele afligirnos a todos cuando alcanzamos cierta edad y la evolución de las costumbres nos deja atrás.Todos los cambios nos parecen a peor y todos los jóvenes como incomprensibles irresponsables, lo que nos hace pensar en un futuro desgraciado (en el que casualmente nosotros no estaremos). El artículo recién publicado encaja como un guante en esta teoría universal de la decadencia. Pero hay algunas razones serias para dudar de que en verdad nuestros antepasados fueran más inteligentes que la humanidad actual.
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