SI HAY ALGO que me hace confirmar la idea de que el derecho a la autodeterminación está bien pero no con esta gente es leer que Artur Mas compara la Vía Catalana con la marcha sobre Washington de Martin Luther King. Es una comparación increíblemente estúpida y ofensiva.
Estúpida porque por lo que luchaba King y su movimiento no era que los negros pagaran impuestos en Alabama o en Washington, sino cuestiones tan básicas como poder votar, poder ir a los mismos colegios que los blancos, poder ir a restaurantes normales, poder viajar sentados en el autobús, poder ir a hacer pis a los mismos lavabos, poder beber de las mismas fuentes que los blancos. Incluso luchaban por no ser linchados por unos tipos vestidos como los de las procesiones de Semana Santa con sus cucuruchos en la cabeza y todo. Equiparar eso a tener déficit fiscal más o menos abultado y a no tener selecciones nacionales de fútbol es vomitivo.
Y es una comparación increíblemente ofensiva porque, del mismo modo que banalizar el nazismo es burlarse del sufrimiento de millones de personas que lo sufrieron de verdad, y compararlo con cuestiones relativamente menores es banalizarlo, también es repugnante banalizar la lucha por las dignidades más básicas, por la vida, de unas personas que acababan de salir, como quien dice, de algo tan ignominioso como la esclavitud. De la de cadenas de verdad y no como la que se hará mañana en Catalunya. Eso es escupir sobre millones de personas que perdieron la libertad y la vida por esa causa y sobre la memoria del propio MLK.
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