ACERTADÍSIMO ALBERTO ARTERO:
Incurre la industria financiera con carácter recurrente en el mismo error: atribuir a hechos coyunturales carácter de estructuralidad. Es este error de percepción el que permite a los inversores más serenos y analíticos hacer dinero de verdad en los mercados. No hay más que observar lo sucedido con la deuda soberana española a lo largo de estos últimos quince meses. Aquellos que consideraron sus diferenciales disparados respecto a Alemania como una anomalía que, ni mucho menos, había llegado para quedarse, se han forrado. No sólo eso, es coincidiendo con su venta de esas posiciones, generadoras de un alpha brutal, cuando los cazadores de beta entran en los activos patrios como un elefante en una cacharrería. No se equivoquen, el smartmoney está de salida.
Ahora España está de moda, algo que debemos agradecer en primer lugar, como señaló hace bien poco Luis Garicano (el mismo que debatirá el próximo martes con Jaime Pérez Renovales sobre la Reforma de la Administración Pública en un acto con asistencia libre), a un señor que se llama Mario Draghi y, en segundo término, a una deflación de precios y salarios interna, no bien recogida por nuestro PIB, que ha disparado el paro por encima del 25% a la vez que incrementaba tanto la productividad interna como la competitividad exterior española. Se lanzan las campanas al vuelo como si estuviéramos al principio del final y no al final del principio, que es la sensación que tiene un servidor. Aquí las cosas se están normalizando en términos estadísticos e, igual que era un error hace un año extrapolar ad aeternum el diluvio universal que caía entonces sobre nuestra realidad económica, pensar que nos encontramos en una senda alcista indudable que nos posiciona incluso como la nueva Alemania (tesis de mi amigo y colaborador de este medio Ignacio de la Torre), suena demasiado increíble o ilusorio para ser cierto.
Y obviamente no lo es.
Seguid leyéndolo.
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