EL PAÍS: La introducción del salario mínimo divide a los alemanes.
Sin perder vista la única mesa ocupada en el restaurante Shanti de la Oranienstrasse, Aashi Khan dudaba el sábado por la tarde del efecto que el salario mínimo podría tener en pequeñas empresas como el restaurante que lo emplea. A él le vendrá bien, porque cobra seis euros por hora, más propinas, por atender el veterano restaurante indio del barrio de Kreuzberg en Berlín.A un restaurante con una única mesa ocupada le vendrá de perlas que haya salario mínimo, sí. Por una mágica ley que tendrá alguna conexión con los unicornios multicolores, las mesas pasarán a estar todas ocupadas por el mero hecho de que los camareros cobrarán más y entonces todo irá chachi piruli. Pero el restaurante ni despedirá a nadie ni se verá obligado a cerrar, palabrita del niño Jesús.
La democristiana Angela Merkel y el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) acordaron la semana pasada que el pago mínimo por hora trabajada en Alemania será de 8,5 euros en cualquier profesión y en todas las regiones. Pese a que esto le supondrá un 25% más de ingresos brutos al mes, Khan echa unas cuentas que le inquietan: “Si sumamos 100 euros al mes por los camareros, 150 por los cocineros y 50 para la atención del bar, el salario mínimo podría obligar a reducir la plantilla”. El camarero, de 33 años, confía en que no será necesario “si el negocio evoluciona más o menos bien”, pero no las tiene todas consigo.
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