domingo, junio 27, 2004

UN NOTARIO ES un profesional a quien el sistema jurídico de un país otorga, en función de su intensa preparación jurídica, algo tan importante como la potestad de dar fe pública de aquello que pasa ante sus ojos. Por ello, un notario tiene que ser especialmente escrupuloso con los hechos, y consecuentemente con la interpretación que haga de ellos; de otro modo, uno de los pilares en que se basa la seguridad jurídica puede verse menoscabado. Puede alegarse que eso ocurre sólo en tanto esté ejerciendo, pero cuando fuera de este ámbito un notario distorsiona una información basada en documentos y declaraciones públicas le hace a uno dudar de su capacidad de hacer lo correcto en el cumplimiento de su delicada profesión.

Juan José López Burniol es notario, y también columnista habitual en diversos medios de comunicación. Escribe hoy en El Periódico:
Así, la Comisión del Congreso que ha investigado los fallos en torno a los atentados del 11-S, ha llegado a la conclusión de que Al Qaeda y el régimen de Sadam Husein no tuvieron ninguna colaboración. Es decir, Sadam no tuvo nada que ver con el 11-S. Por tanto, una de las razones en las que la Administración de Bush se fundó para invadir Irak se ve oficialmente confirmada como un embuste.
Si habéis seguido mis anotaciones anteriores (una, dos, tres, cuatro, cinco y seis), sabréis que este párrafo incluye varias falsedades y un par de non sequiturs, así que os ahorro el análisis pormenorizado.

Lo que me espanta es pensar que precisamente alguien con una sólida formación jurídica y cuyo trabajo es nada menos que actuar de fedatario público sea capaz de tergiversar la literalidad de un informe; que considere lo que no es más que un escrito preliminar elaborado por el personal de apoyo de la comisión como el informe definitivo que cierra oficialmente el caso; que ignore la información adicional que refuta la impresión inicial, como son las declaraciones públicas de miembros de la comisión negando que el informe provisional estableciera que no había vínculo entre Saddam y al-Qaeda o el artículo del viernes del New York Times sobre un documento que prueba precisamente ese vínculo; que sea incapaz de distinguir los diferentes grados posibles de relación, entre los cuales la colaboración es el más intenso pero ni mucho menos el único; que no tenga en cuenta que el que no se haya podido probar una colaboración para un acto concreto -el 11/S- no niega en absoluto una posible colaboración en el resto de ámbitos, como de hecho confirma el texto del informe de marras; y que tergiverse el razonamiento dado públicamente por la administración Bush, que no sólo no habló jamás de colaboración entre Saddam y al-Qaeda para el 11-S sino que lo ha negado pública y explícitamente en todas las ocasiones. Y que acabe poniendo todo, negro sobre blanco, en un diario de gran tirada.

Vamos, como para pedirle que levante acta notarial sobre algo.