SI HUBIESE TENIDO que escribir un artículo 'serio' (por contraposición a una anotación de blog) sobre la comparecencia de Zapatero ayer en la comisión del 11-M, se parecería bastante a esto, y eso que Jesús Cacho suele ver muchas cosas de manera bastante distinta a como las veo yo. Pero hoy, excepto por el título manifiestamente mejorable, escribe algo que podría suscribir casi sin tocar ni una coma.
Y es que lo relevante, si me apuráis lo grave, de la comparecencia de ZP no fue que mintiera (activamente y por omisión). Lo hizo, en varias ocasiones y a propósito de temas importantes. Pero estas alturas, que un político español del signo que sea mienta no es, desgraciadamente, novedad alguna.
Lo grave es el enorme ejercicio de irresponsabilidad, de inmadurez, de falta de sentido de Estado (con e mayúscula) de la que hizo gala nuestro presidente del gobierno. Aunque fueran ciertas todas y cada una de las cosas que dijo (que no es el caso; lo escribo únicamente con fines argumentativos), y aunque no se hubiese dejado en el tintero todo lo que no le interesaba como hizo ayer.
Ver a Zapatero ayer en la comisión no era ver a un estadista, al presidente democráticamente elegido de un país occidental de cierto peso, y menos a un líder que aspira a dejar una huella en la construcción de "alianzas de civilizaciones" y demás. Era ver a un líder de la oposición; posiblemente en lugar de exigir a la gente del PP que digieran su derrota (algo que sin duda algunos aún tienen que hacer) debería empezar el PSOE por hacerse a la idea de que un partido en el poder no puede, no debe, enfocar su política del mismo modo en que lo hacía cuando estaba en los escaños de la oposición.
Desgraciadamente esta irresponsabilidad, esta falta de madurez, este comportamiento casi adolescente es lo que hemos estado viendo en Zapatero a propósito de cuestiones de gran calado en estos últimos nueve meses, por ejemplo en una retirada de Iraq en la que rompió el compromiso electoral de no hacerlo hasta el 30 de junio si no había resolución de la ONU; en ese constante y pueril "dedo en el ojo" de Bush; en ese respaldo a las intoxicadas acusaciones de Moratinos en un programa de quasitelebasura política.
Y lo más grave del asunto es que la mayoría de esos gestos, incluido el de ayer, eran absolutamente innecesarios. Cualquier político con algo de temple y cintura habría hecho algo más para mantener las cosas en un cauce mínimamente convivenciable, sin quemar gratuitamente los puentes que le unen hacia quien representa a un segmento importantísimo de la población, casi tan numeroso como el que representa él mismo. No hay que olvidar que Zapatero, para mal o para bien, también es presidente del gobierno para esos diez millones de personas que votaron por su principal oponente y, por definición, de todos los que se abstuvieron.
En lugar de eso, y a pesar de su fachada de tolerancia y de inclinación al diálogo, la verdad es que en las 15 horas de ayer Zapatero elevó muchísimos grados la tensión política, hasta un nivel prácticamente desconocido hasta ahora. Como presidente del gobierno es el principal obligado a evitarlo. Y como líder de un partido que en su momento hizo girar toda su oposición alrededor de la acusación al entonces presidente del gobierno de hacer precisamente eso, crispar y elevar la tensión, tiene un plus de exigibilidad moral para que se le pida que no se conduzca por ese camino que tantas veces criticó.
A ver si, al final, quien verdaderamente merece el apodo de Bambi acaba siendo Aznar.
REACCIONES EN LA BLOGOSFERA (iré actualizando este post añadiendo reacciones a medida que vaya viendo comentarios destacables o que me interesen especialmente por algún motivo):
Virgulilla: "ha quedado demostrado que tenemos unos representantes políticos que son unos ineptos, lelos y no tienen ni idea de articular dos frases seguidas correctamente. Decir "fuertísimo" en lugar de "fortísimo", empezar una frase con un argumento y cambiar de forma brusca de argumento sin acabar la frase o decir en una intervención de cinco minutos -en la que nadie sabe al final cuál es la pregunta- más de seis veces que "ya acabo", "y con esto finalizo", son tan sólo tres ejemplos de la incapacidad parlamentaria de los portavoces políticos que representaban, ayer, a los grupos del Congreso." La verdad es que ZP casi dejó a Ana Palacio como modelo de oratoria, con perlas como "Bilbado", "avisar del aviso", o afirmando que algo era "absolutamente relativo". Por suerte para ZP, Slate no tiene pensado crear una sección llamada "Zapaterism of the Day".
Daniel, cuando se estaba celebrando la comparencia ayer, creía que era "un coñazo", y hoy hace un magistral fisking masivo.
Arcadi Espada: "Los socialistas insisten, por su parte, en el engaño masivo. No hubo engaño masivo, lo saben bien. Pero para su legitimidad es fundamental establecer esa hipótesis. Están dispuestos a reconocer que algo excepcional les dio la victoria electoral. Pero no fue la sangre, sino la mentira. La mentira no existió. Pero existió, y muy voceada y muy eficaz, entre el 11 y el 14 de marzo, la consigna de que el gobierno mentía. Y en eso siguen." No os perdáis los comentarios.
Carmelo: "Zapatero, como prácticamente cada vez que tiene oportunidad de ello, se dedicó de forma sistemática a reventar todas las posibilidades de encuentro con el principal partido de la oposición que, no lo olvidemos, representa a casi 10 millones de votantes [...] En esta labor de demolición no se paró en detalles, no le importó mentir, ni contar medias verdades, ni justificar lo injustificable, ni en hacer demagogia de la más brutal, ni en utilizar goeblesianas tácticas de intoxicación (por la repetición hacia el imperio). Y por supuesto tuvo la inestimable ayuda de un coro de aduladores que le dejaban los balones templadísimos en el centro del área para que él rematase a gol una y otra vez, vamos, que disfrutó más que un delantero centro al que le estuviesen metiendo pases Beckham, Platiní, Gordillo y Zidane."
La Columna Digital tiene varios posts: empezad por este y seguid hacia arriba; entre otras cosas, repasa los datos de audiencia en TV (ZP vs. Aznar), y resume lo que dicen columnistas y editoriales.
El siempre genial Agados.
Oliver y la canción de cuna del 11-M.
Emilio Alonso dice que llega tarde y está todo dicho, que "le toca" actuar de coche escoba. Ojalá todas las escobas fueran tan eficientes; Emilio le da importancia a la indiscreción de Zapatero respecto a sus conversaciones privadas.
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