domingo, enero 23, 2005

CASI NO HE PODIDO ver ninguna imagen de lo ocurrido ayer en la manifestación de ayer, pero he leído muchas cosas sobre ello, y es algo bastante inquietante. Y además es una de esas situaciones en que cualquier cosa que uno escriba será más que probablemente malinterpretado en medio de lo que está siendo una verdadera orgía de esquizofrenia: por un lado, quienes están siempre dispuestos a ver el origen del problema para entender por qué la gente hace lo que hace ("en vez de meterse en guerras, tendríamos que preguntarnos por qué nos odian"), ahora condenan de forma inflexible y al revés, quienes suelen condenar todo tipo de violencia, en este caso piden que se hable de raíces de la situación, de motivaciones.

Por otro, quienes veían manifestaciones y protestas callejeras como la genuina expresión de la opinión de los ciudadanos, y que se negaron explícitamente a condenar lamentables episodios ocurridos en las manifestaciones del No a la guerra y del 12 de marzo, y aún menos las del día de reflexión, parecen ahora orondos próceres de épocas pasadas que veían en las calles el peligro de la relajación de costumbres y la pérdida de la decencia pública.

En cualquier caso resulta claro a estas alturas que, entre una cosa y otra, en estos nueve últimos meses se está elevando el grado de crispación a niveles que parecían ya olvidados. Y no, no me vale que se diga que ahora es únicamente la oposición la responsable de la tensión, y lo hagan precisamente quienes, cuando eran ellos quienes estaban en la oposición, acusaban al entonces gobierno de ser el responsable de la tensión dado que, decían, era el gobierno quien tenía en su mano los resortes del poder y por tanto, la espita que controlaba aquélla.

Pedro Avilés (en un estupendo blog que he descubierto a través de Virgulilla) lo resume estupendamente:
Cuando el PSOE ganó las elecciones pasadas gracias al miedo que provocó en los españoles los atentados del 11M, yo sabía que habíamos dado un paso atrás en la historia, unos veinte años. El Islám, siempre contra el progreso, provocando el atraso humano. El PSOE vio allí la oportunidad partidista de ganar unas elecciones que aún no le tocaba ganar. Nadie en el PSOE estaba preparado para ello. Pero les dio igual.

[...] El atraso de nuevo. En veinte años, en treinta. De nuevo, parece, las dos Españas, cuya herida abrió el PSOE el pasado Marzo, vuelven a la actualidad como una aparición de ultratumba con aquél "pásalo". Sus manifestaciones "espontáneas" contra el PP han dado pie para que hoy se produjeran unas escenas que ya tenía por olvidadas. Caras y gestos pintados de odio increpando duramente e intentando agredir a un ministro en una manifestación con la bandera española detrás. Me pone los pelos de punta. Parece que estamos condenados a no entrar nunca en la modernidad. No una. Las dos Españas de los cojones, me hielan el corazón.
Algo pasa en este país, y no me gusta nada.

ACTUALIZACIÓN. Manuel Molares reproduce en su blog un escrito de su amigo y colega Arthur Pauling:
Cuando se polarizan los sentimientos, hoy dan unos, y mañana agredirán los que recibieron antes, y así será perennemente. Y en esta España, en lugar de serenar los ánimos, unos y otros están exaltándolos. Los políticos y muchos medios de comunicación han decidido separar a la ciudadanía en dos bandos: progresistas o reaccionarios. Se trata de que no haya un término medio, un equilibrio, y se está consiguiendo.
Hasta es posible que el creciente fracaso del cine español, salvo excepciones, se deba a que sus representantes solo se manifiestan a favor de las causas que representa el actual Gobierno. No atienden a la otra media España. Tienen un pensamiento único. Los asistentes a la manifestación reclamaban la presencia de intelectuales y artistas españoles, pero de ellos no había la más mínima presencia. Media España probablemente se ha juramentado para no ver cine español.
Al frente de la manifestación iban varias víctimas, entre ellas Irene Villa, una niña a la que le volaron las piernas con una bomba y que quedó tumbada en una calle levantando y bajando los muñones, desangrándose. Le salvó la vida la rápida asistencia médica.
Imágenes de televisión que valieron más que millones de palabras, que muchos discursos y denuncias. El tipo de imágenes que Pilar Manjón pidió que no se diera en los medios informativos, cuando la carnicería que hizo minusválida a la niña, marcó un después para ETA en todo el mundo.

[...] La maldad irrita, enfrenta a la gente que debería entenderse. Y ahora hay dos Españas enfrentadas. Nadie le quiso llamar la atención a unos cuando acosaban a los otros, y ahora, si quieren reconducir esta crispación hacia la serenidad los partidos políticos deben exigirle a sus simpatizantes más exaltados que sean comedidos, que con amigos así sobran los contendientes ideológicos.
El Gobierno y las fuerzas de la izquierda deberían recordar los bochornosos ataques al PP durante las elecciones de marzo, en incluso antes, en los casos como el Prestige: la democracia es pacífica, o no es democracia.
La oposición debería analizar que pasó el sábado y dialogar con el Gobierno para hacer un llamamiento conjunto a la serenidad. Porque los ánimos están calentándose demasiado en esta España que hierve a menos de 100 grados.
ACTUALIZACIÓN II. Daniel, juiciosísimo.