FUÉ ASÍ?
Sábado 22. Era una fría mañana del mes de enero. Al centro de Madrid comenzaron a llegar centenares de jóvenes manifestantes. Camisas azules. Boinas rojas. Montañas nevadas, banderas al viento. Banderas rojinegras, gualdarojas. Brazos en alto, manos extendidas. Cara al sol con la camisa nueva. En un extremo de la calle Alcalá un hombre miraba extasiado a esos chicos, espíritus libres, almas puras. ¡Qué gratos recuerdos de la juventud añorada! Aquel Alcázar de su amada Toledo en el que tantas veces soñó ser Moscardó. Esa fría mañana del mes de enero no quiso ser ministro, quiso ser Pepe y convertirse en uno mas de aquellos jóvenes que tantos recuerdos de las calles de Salobre traían a su memoria. No pudo ser. Le vieron. Le reconocieron. Las sonrisas en los rostros se transformaron en miradas encendidas de odio, las palmas en puños, las banderas en palos, los cánticos en palabros cargados de rencor. “¡Asesino!”. “¡Fuera, fuera!”. “¡Hijo de p...!”. Recibió un golpe, y otro, y otro. Salió de allí como pudo. Aquellos chicos, veinte años, casi lo muelen a palos. Costillas rotas. Ojo morado. Sangre en el rostro...
Pues va a ser que no. No hubo una manifestación fascista. No hubo jóvenes de extrema derecha lo diga quién lo diga. Y no hubo golpes. Hubo, eso sí, palabras gruesas contra el ministro de Defensa, José Bono que, como en aquella película de Jim Carrey, se ha manifestado como un mentiroso compulsivo. Hasta catorce polícías han negado que hubiera agresión física. De lo que le hubiera gustado que fuera a lo que fue, media un abismo, Un abismo que, sin embargo, ha abierto un poco más la brecha entre estas dos españas que la izquierda se ha empeñado en convertir en eje de su acción política. Divide y vencerás. Divide a las víctimas, divide a los partidos, divide a los españoles. Fue una manifestación contra ETA, con gritos contra ETA, aunque Rubalcaba, que no fue, no los oyera o no quisiera oírlos. Y es verdad que hubo insultos, y lo es también que los propios agentes de las Fuerzas de Seguridad dicen que fueron pocos quienes los protagonizaron. Y es verdad que Bono mintió, y exageró y solo le faltó decir aquello de “mete tu dedo en mi mano y tu mano en mi costado” para que creyéramos.
tanta mentira sólo podía dar el fruto de la ignominia, de la detención ilegal, de la acusación sin pruebas, del señalamiento con el dedo. El jueves, por la noche, llegué a ver el final de la serie Cuéntame, cuando la policía llama a casa de Antonio Alcántara y se lleva detenido al cabeza de familia, nadie sabe porqué. La voz en off de Carlitos, el hijo, adulto dice, casi textual, “ahora nos sorprendería pero entonces era normal que la policía llamara a la puerta y se llevara a alguien sin saber por qué”. Acierto del guionista en el día señalado, porque ya no nos sorprende. Vuelve a ser lo mismo. Recuerdo a los grises, el miedo a los grises, el terror a los grises. Y dice Blanco -Blanquito le llamaban en Galicia, ahora no se atreven- que Acebes y Aguirre lideran la “derecha extrema”. Es fácil ver a quienes siempre actuaron con moderado comportamiento en el extremo si quién mira se encuentra instalado en la radicalidad. Es la estrategia de la provocación por la mentira, en la que a veces cae infantilmente un PP asediado, en el que si hubo sangre en los rostros, gritos de “¡asesinos!”. Piqué, Rato, acosados, pretendidos para la golpiza.
<< Home