miércoles, febrero 23, 2005

ES TREMENDO VER cómo un bulo, una vez instalado en el imaginario colectivo, se solidifica y aparece donde menos te lo esperas aunque ya esté aclarado que se trata de una información tergiversada. Y acaba enredada entre los dedos que pulsan el teclado de alguien normalmente tan brillante como Ignacio Ruiz Quintano.