sábado, febrero 05, 2005

JEAN-FRANÇOIS REVEL, entrevistado en ElDiarioExterior.com:
[E]s un hecho que a los dirigentes políticos les gusta siempre ostentar también el poder económico, y ahí izquierda y derecha coinciden muchas veces en su antiliberalismo. Por ejemplo, el presidente Jacques Chirac pronunció un discurso en Durban que era perfectamente socialista en su retórica contra el liberalismo salvaje. Existe una convicción en todos ellos de que pueden dirigir la economía, y además con pretextos sociales, con afanes de justicia social. Y sin embargo, los países con mayor protección social, como pueden ser Suecia o Dinamarca, tienen hoy Estados que han dado toda la primacía a la empresa privada. Con toda su tradición socialdemócrata, nunca han nacionalizado. Han sabido siempre que la empresa privada ha de ser lucrativa para pagar impuestos, y que son esos impuestos los que permiten una política social. Para distribuir riqueza hay que generarla. Las empresas públicas no sólo no hacen beneficios, por lo general, sino que exigen además subvenciones del Estado. Durante más de cuarenta años, la compañía Renault ha cubierto su déficit con subvenciones del Estado, es decir, de los contribuyentes.

[...] Yo calculo que cuando voy a comprar una verdura la pago cuatro veces. Una vez por las subvenciones que el Estado da a los agricultores, y que salen de mi bolsillo como contribuyente. La segunda, cuando paso por la caja para pagar el producto. La tercera porque las subvenciones generan una sobreproducción intencionada, que se tira por las carreteras, mientras se exigen compensaciones, que se logran. Y después están las primas a la exportación, con las que se hace una competencia absolutamente desleal a los países del Tercer Mundo. Demagogos como el famoso agricultor José Bové, que tanto agitan en el movimiento de antiglobalización supuestamente en favor de los países pobres, lo que hacen realmente es impedirles a éstos el desarrollo. Es todo de una hipocresía fantástica.
¿A qué esperáis para leer el resto?