DICEN POR ESTE LADO DEL MUNDO que las elecciones iraquíes del pasado 30 de enero, a pesar de su alta participación, fueron un fracaso debido al boicot de los sunníes. Ya escribí por entonces (ver post de aquellas fechas) que el boicot sunní como tal era un mito, entre otras cosas porque las listas del resto de partidos estaban llenas de sunníes, y también porque los propios kurdos (que acudieron en masa a las urnas) también son musulmanes sunníes. Es decir, los únicos sunníes que no participaron fueron los del triángulo del mismo nombre, más por ser el antiguo feudo de Saddam y en el se amenazaba de muerte más claramente a quien votara que por alguna adscripción religiosa que les identificara.
En cualquier caso el boicot debió irles peor de lo que dicen los enteraos y los impermeables, porque algún motivo debe haber para que los dos principales partidos sunníes hayan anunciado su intención de presentarse a las elecciones que se celebren a partir de ahora. Naturalmente son noticias que no han trascendido por aquí: el papel de nuestros medios, su interés por la participación sunní en el proceso político hacia la democratización del país, se quedó en esos anuncios de boicot, en esas declaraciones quasi-apocalípticas que pintaban tan mal. Naturalmente eran movimientos tácticos en un momento de especial efervescencia política, pero fueron tomados al pie de la letra por todos aquellos a quienes les interesaba presentar la situación bajo la peor luz posible. Ahora, evidentemente, no cabe esperar toda esta información adicional, ni siquiera la más mínima matización. De todos modos, recordadlo cuando volváis a leer (porque lo váis a volver a leer) que el proceso democratizador de Iraq no vale un pimiento porque los sunníes se están quedando fuera de él.
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