martes, agosto 02, 2005

EN SU EDICION DE PAPEL NO, pero en la página web de La Vanguardia de vez en cuando se encuentran perlas como esta, sobre los jóvenes intelectuales y analistas alemanes que, cada vez en mayor número, están ajustando cuentas con el espíritu sesentayochista que han heredado de sus padres (via Neopàtria):
Se ven a sí mismos como una minoría casi clandestina, como excéntricos en el paraíso del consenso que es Alemania. Algunos se denominan liberales; otros, neoconservadores; otros rehúyen las etiquetas. Dicen no a los que dijeron no, a la llamada generación de 1968. O como mínimo, ponen en duda su herencia.

En vísperas de elecciones y de un posible giro conservador en la política alemana, jóvenes escritores, periodistas y universitarios alemanes han irrumpido en los últimos meses con una crítica severa al 68: la generación de las revueltas estudiantiles, de la revolución sexual y antiautoritaria, la que, en Alemania, ahora está en el poder, con figuras como la del ministro de Asuntos Exteriores, el verde Joschka Fischer.

La novedad no es que se ponga en duda la herencia de la generación de los sesenta. En un país tan dado al autoanálisis como Alemania, no es extraño que 1968 ya haya propiciado una abundante bibliografía. Y, en círculos conservadores, el término sesentayochista es desde hace tiempo un insulto.

La novedad es, más bien, que los ataques procedan ahora de posiciones, en principio, izquierdistas, o alejadas del conservadurismo alemán tradicional. Y, al mismo tiempo, que sea la generación de los hijos del 68 quien eleve la voz contra sus mayores.
Si no estáis registrados y queréis leer el resto -y sé que queréis-, Neopàtria tiene el texto completo.

ACTUALIZACIÓN. Neopàtria me avisa que el artículo sí salió en la edición impresa. Creí que era uno de los artículos normalmente más largos y documentados que los corresponsales extranjeros suelen escribir para la versión electrónica. Como ya os dije, excepto para cosas muy concretas sólo le doy una ojeada al diario en papel: es el único diario impreso que todavía recibo diariamente (el resto por internet) sobre todo para no perder, aunque sea en un sólo diario, esa visión del zeitgeist informativo que da no sólo el texto de los artículos en sí mismo sino la distribución de los mismos, sin olvidar la publicidad.

Aunque tal como están las cosas, dentro de poco posiblemente no lo querré ni para eso.