martes, agosto 16, 2005

NO HE PODIDO estar muy atento, pero no me ha parecido mal del todo la reacción oficial y primeras declaraciones del gobierno sobre el accidente o derribo -aún no se sabe- del helicóptero en Afganistan que ha acabado con la vida de 17 soldados españoles. Lo tenían fácil: sólo tenían que hacer las cosas al revés que el gobierno Aznar con el Yak-42 y también estar un poco más espabilado con la comunicación, que en eso el PSOE siempre ha sido más apañado. Claro que, cuando se disfruta un clima mediático que no salta a la yugular a las primeras de cambio y una oposición bien preocupada por demostrar que ellos no harán lo mismo que hizo el partido socialista en aquella ocasión, hay medio trabajo hecho.

No he visto la comparecencia de Bono, pero el discurso de Zapatero (no una rueda de prensa con preguntas, ¡con la rabia que les daba cuando lo hacía Aznar o se lo ven hacer a Bush!) ha sido efectivo, pero tópico y previsible. E incluso con alguna frase que me ha hecho saltar literalmente de la silla, y que creo que no he oído mal aunque habré de comprobar con la transcripción una vez esté en la web de La Moncloa (es demasiado fuerte, así que quizás esté confundido). Ha habido un momento en que Zapatero ha dicho que los soldados fallecidos "han de saber que cuentan con el agradecimiento de toda la gente de bien". No sus familias o seres queridos; no sus almas, si queréis. No; ellos.

ACTUALIZACIÓN. Acabo de ver en TV la declaración de Zapatero y yo estaba equivocado: se estaba refiriendo a los familiares y amigos de los soldados fallecidos.