Y MÁS REVELACIONES que demuestran que la guerra de Iraq sí tuvo que ver con el petróleo, sólo que al revés:
Nuevos datos sobre corrupción continúan salpicando al programa petróleo por alimentos de la ONU. Al menos la mitad de las 4.500 compañías que participaron en el programa presuntamente pagaron sobornos o recargos ilegales, según han informardo responsables de la comisión independiente que investiga las irregularidades en el plan de ayuda humanitaria.Está muy bien eso de que la prensa española empiece a hablar claramente de este escándalo, pero aún así se echa a faltar la piedra de toque que ayuda a entender el asunto. Sobre todo porque alguien que sólo haya estado siguiendo el escabroso tema por los medios españoles estará realmente perplejo: se le está informando ahora de sopetón del resultado de unas complejas y prolongadas investigaciones sobre las que no se había informado hasta ahora, y ello en torno a un asunto sobre el que prácticamente nadie había escrito ni una sola línea. Incluso ahora, cuando no les queda más remedio porque ya hay detenciones y celdas, lo hacen escondiendo la cruda verdad todo lo que pueden ("el funcionario detenido por corrupción en un programa humanitario"... qué distinto a como debería haberse titulado, "el director del programa de la ONU para Iraq detenido por corrupción", ¿verdad?).
La ONU va a publicar un informe en septiembre en el que se especifica la operación de 64 billones de dólares (52.000 millones de euros) y un informe final en octubre, en el que se aclararán las compañías envueltas en la compra de petróleo iraquí y en la venta de ayuda humanitaria bajo el programa, informaron los investigadores.
[...] Paul Volcker, ex director de la Reserva Federal estadounidense que actualmente lidera la investigación, indicó que "la lista definitiva" de las 4.500 empresas envueltas en el programa incluirá por primera vez el nombre de las entidades que actuaron de tapadera.
"Dará información sobre presuntos beneficiarios de los contratos y aportará datos sobre el pago de compras ilícitas de petróleo y sobornos en contratos de ayuda humanitaria", indicó Volcker ayer.
No mencionan el verdadero quid de la cuestión, y es que esos sobornos -que no sólo beneficiaron a funcionarios y directivos de la organización-tótem de la biempensantía sino a centenares de políticos, de empresarios y... sí, de periodistas de todo el mundo- no los pagó Saddam y sus muchachos por amor al arte o por alguna preocupación altruista por el bienestar de las familias de los sobornados. Ningún soborno se paga a cambio de nada. Y en este caso las coimas tenían una finalidad muy clara y concreta: que se creara un clima político y opinativo desde tribunas de papel, herzianas o parlamentarias para que se levantaran esas "sanciones genocidas" primero, y cuando ya estaba claro que el malvado Bú iba a hacer la guerra sin escuchar la súplica de las hijas de Zapatero, para que se berreara "No a la guerra" por calles y avenidas.
No hay duda de que la inversión fue tremendamente efectiva. Precisamente por eso la prensa española pasará de puntillas por el asunto hasta que no le quede más remedio. Más o menos hasta el próximo otoño.
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