sábado, abril 01, 2006

DELIRANDO:
No cabe duda de que la reacción de los islamistas radicales ante la difusión de las caricaturas de Mahoma ha sacudido al mundo occidental. Un cierto laicismo iconoclasta y prepotente, agazapado detrás del derecho a la libertad de expresión, ha sufrido un severo revés moral. Este hecho que todavía colea y que se supone que no irá a más, invita a desvelar otro radicalismo religioso del que se habla poco. Me refiero al del presidente de Estados Unidos.

La práctica cotidiana de la política muestra que Bush se ha constituido en campeón de la defensa y promoción de una religión - ¿es cristiana?- cortada a medida de las conveniencias políticas. Es un caso hasta ahora inigualado de aprovechamiento de la religión como base de un liderazgo mundial, el liderazgo del mejor.

[...] Un porcentaje importante de los protagonistas de la política norteamericana actual se ha instalado cómodamente en un sueño delirante: reinar en el mundo y gobernarlo junto con Jesucristo. Es decir, fundamentalismo cristiano puro, sin ninguna fuente ideológica consistente, con cristalizaciones sociales, políticas y militares evidentes, y que pretende acabar con otros fundamentalismos. Por ejemplo, el islámico. Esta concepción corresponde a los planteamientos del radicalismo de extrema derecha, sostenido por grupos cristianos de todo el mundo, personas generalmente poco documentadas y a veces prepotentes. Las posiciones que neoconservadores y fundamentalistas adoptan en Estados Unidos se inspiran en una peculiar interpretación del Antiguo Testamento compatible con el American way of life.En cambio, el Nuevo Testamento suelen obviarlo porque el mensaje evangélico no les permite los malabarismos necesarios para andar por el mundo a cañonazos, como si fueran el brazo armado de la providencia.
Ahí queda eso. No es Rebelión.org o Indymedia, no; es Josep Maria Puigjaner en La Vanguardia.