ALFONSO ROJO se autoflagela, por la parte que le toca, al haber publicado lo del coeficiente intelectual de Bush:
Pero el problema -y no lo digo por Alfonso- es que para la mayoría de periodistas de este país la noticia no es que no oliese bien, sino que era delicado perfume para sus pituitarias. Como el Chanel No. 5 para Marilyn Monroe: no necesitaban nada más para sus momentos más íntimos. Era exactamente lo que querían oir.
Dicen los viejos lobos de este oficio, tan divertido y desventurado, que un rasgo esencial de todo periodista que se precie debe ser el escepticismo y cuando algo no huele bien, deberíamos ser los primeros en alertar al público.
Pero el problema -y no lo digo por Alfonso- es que para la mayoría de periodistas de este país la noticia no es que no oliese bien, sino que era delicado perfume para sus pituitarias. Como el Chanel No. 5 para Marilyn Monroe: no necesitaban nada más para sus momentos más íntimos. Era exactamente lo que querían oir.
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