AUNQUE LUEGO 'PATINA', Javier Ortiz escribe algo muy cierto que casi todo el mundo olvida cuando dice que en EEUU la gente se mata a tiros porque todo el mundo tiene un arma. Y es que en España, especialmente en las zonas rurales, no cuesta encontrarlas:
Mucha gente que vive en el campo está armada. En la zona de Alicante donde paso buena parte del año, debo de ser uno de los pocos lugareños que no cuenta con una escopeta de dos cañones. No la quiero. Prefiero no tener a mano un arma de fuego. Podría llegar a usarla. «¿Y si te roban?», me preguntan. Pues que me roben.
Lo cierto, de todos modos, es que, aunque casi todos mis vecinos cercanos están armados, nunca se ha producido en nuestro entorno, que yo sepa, ningún incidente en el que hayan mediado disparos. Se oyen tiros, sí, pero en la temporada de caza. De lo cual se deduce que vivo rodeado de gente juiciosa, que sabe para qué hay que usar las armas de fuego y para qué no. O sea, que se puede.
Tal vez sea por culpa de mi inmoderado espíritu de contradicción, pero el caso es que no veo tan claro lo que todo el mundo por aquí dice que tiene clarísimo en relación al derecho de posesión de armas de fuego en EEUU. Se establece una relación de causa-efecto: allí la tenencia de armas de fuego es legal, ergo es muy fácil que la gente mate (o se mate). Sin embargo, las leyes reguladoras de la tenencia de armas en Canadá son muy similares a las estadounidenses, pese a lo cual los canadienses no padecen ninguna epidemia de matanzas indiscriminadas, ni en centros escolares ni fuera de ellos.
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