EL SENADO de EEUU habrá aprobado hoy su versión de la ley de reforma de la sanidad trabajando a contrarreloj antes de Navidad, vale. Pero ahora resulta que, según parece, Obama planea posponer el llamado "conference committee" (encargado de reconciliar las versiones de ambas cámaras, que son distintas, para que haya una única versión que deberá ser votada de nuevo por éstas para ser aprobada), hasta por lo menos febrero.
Y eso una señal de que la cosa aún no está clara. Está muy lejos de esa victoria histórica que presentan los medios españoles. A Obama no le sobra ni un voto en el Senado, y sólo cinco en la Cámara de Representantes, y especialmente en ésta la cosa está cruda. Ya hay un demócrata que se ha pasado al partido Republicano (probablemente os sorprenda saberlo, y es que no lo he visto en la prensa española. Si hubiese sido al revés podéis estar seguros de que estaría en primera página). Otros amenazan con hacer lo mismo. Y en el ala izquierda, varios notables demócratas han dicho que no firmarán ninguna ley que no contemple un sistema público de sanidad o que impida importaciones paralelas de medicamentos más baratos desde otros países, medidas ambas que han sido las que ha permitido que el Senado aprobara hoy su ley. Varios senadores demócratas moderados se negaban a aprobar una ley que no incluyera estos extremos.
Y mientras tanto, la reforma sanitaria es apoyada por cada vez menos estadounidenses. Ya van por el 36%, y bajando.
ACTUALIZACIÓN. Leo un artículo bastante bien planteado en Público.
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