viernes, septiembre 28, 2012

SERGI PÀMIES:
Por eso convendría que, entendiendo al presidente [Mas], también se entienda que la objeción o el activismo críticos no pueden meterse en el mismo saco que el fundamentalismo. No es la primera vez que, preventivamente, se condena a los que no se adhieren a la multitud. Reclamar diálogo requiere de una lealtad que también deberá respetar las dudas de los que no entienden que para responder a las preguntas del presente se tengan que añadir interrogantes al futuro, de los que creen que aún existen matices entre el todo y el nada, de los que discrepan de una primera persona del plural cada vez más mesiánica (y escapista) o del gesto de inmolación electoralista del presidente y de los que piensan que el derecho a la autodeterminación no puede transformarse en un deber tan catequizador como el constitucionalismo inmovilista. Mas tiene razón al prevenirnos contra la amenaza de la difamación antidemocrática. Pero, con idéntica firmeza, también tendremos que oponernos a los que, con la excusa de protegernos de supuestos difamadores, criminalizan la discrepancia para, desde trincheras antagónicas, intentar instaurar un régimen de infamia preventiva.