jueves, septiembre 09, 2004

OTRO GRAN ARTÍCULO de Pere Bonnín, que vuelvo a fusilar desvergonzadamente de los comentarios (este es el número 35) del blog de Arcadi Espada:
¿Por qué calla la UNICEF?

Por Pere Bonnín

Todos hemos visto por televisión cómo chicos en edad escolar, jugándose la vida, lanzaban piedras contra soldados armados, mientras los adultos disparaban armas de fuego contra esos mismos soldados escudándose detrás de los chicos. Es inevitable que un soldado armado, cualquiera que sea el ejército al que pertenezca, haga uso del arma para repeler la agresión. Me maravilla la serenidad de los soldados israelíes. Cualquier otro ejército, el español incluido, habría provocado muchas más bajas en los atacantes.

La estrategia de Arafat se adapta perfectamente a su mentalidad de terrorista, no de hombre de estado. Cuantas más bajas de niños produzca el ejército israelí, mayor será la propaganda a favor de su causa. Esta estrategia fue escrupulosamente diseñada por los dirigentes de Hamas, Hezbolá y la Jihad Islámica, conjuntamente con Arafat, que la tolera y alienta. Los terroristas palestinos (a veces intervienen agentes policiales de la Autoridad Palestina) sacan a los niños de las escuelas, con o sin el permiso de los padres, y los mandan “al frente” a apedrear a los judíos. Antes los soldados salían para recriminar la actitud de los chavales y entonces los terroristas apostados detrás de ellos les disparaban. Fue ese cruce de disparos lo que provocó la muerte de un niño, que fue presentada al mundo como si los soldados israelíes, en sus momentos de ocio, se dedicasen a asesinar niños palestinos.

Los terroristas, además, enseñan a chicos de once y doce años a manejar armas automáticas, y utilizan las ambulancias para transportar piedras, fusiles y útiles para fabricar cócteles Molotov. Toda la estrategia de la intifada y, en general, del terrorismo palestino se basa en el condicionamiento moral y político del enemigo, cuyos principios democráticos le impiden responder con contundencia y con idéntica depravación. Es la misma lógica que aplica el terrorismo de ETA contra la España democrática.

El 11 de diciembre de 1946, bajo la dependencia del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas, se creó el Fondo Internacional de las Naciones Unidas de Ayuda a la Infancia, más conocido por sus siglas inglesas UNICEF. Inicialmente su objetivo era ayudar a los niños víctimas de la II Guerra Mundial, pero a partir de 1950 amplió su campo de acción abarcando la infancia y la juventud de los países subdesarrollados. En 1959 la ONU aprobó una declaración de los derechos del niño. Estos derechos son flagrantemente violados tanto por los terroristas y los policías que sacan a los niños de las escuelas, como por los padres de esos niños y por el presidente de la Autoridad Palestina, Yaser Arafat, que lo toleran.

Sólo quienes se chupan el dedo o quienes están obsesionados contra el Estado de Israel pueden creer la patraña de que la intifada es un movimiento espontáneo del pueblo palestino para reclamar sus derechos. La intifada y la vida de los niños y jóvenes palestinos son una simple pieza estratégica en la mente terrorista de Yaser Arafat.

En España se ha dicho que no se puede negociar con los terroristas. Siempre pensé que era una exageración y que, si se establecen unas bases de diálogo, al final se puede llegar a un acuerdo que permita, como mínimo, la coexistencia sin terror. El jefe del Gobierno israelí, Ehud Barak, piensa lo mismo. Sin embargo, viendo como Yaser Arafat ha dilapidado tantos miles de millones y, peor aún, la oportunidad de poner sólidos fundamentos a un futuro Estado palestino debido a su irredenta mentalidad terrorista, ya no estoy tan seguro de que los terroristas puedan ser recuperados para la democracia.

Las conversaciones de paz de Camp David habían llegado a su punto álgido. Sólo faltaba el sí de Arafat para que Estados Unidos, Israel y Occidente en general volcasen su ayuda en la creación del nuevo Estado palestino. Pero entonces entró en el juego la mente terrorista de Arafat, quien interpretó como un signo de debilidad de Israel y de Occidente la mano que le tendía Barak. Se sintió como un nuevo Saladino dispuesto a conquistar todo el territorio de los judíos y echar a éstos al mar, como rezaban antes los principios constitucionales de su Organización para la Liberación de Palestina (OLP). Pensó que una propaganda bien orquestada, mediante una intifada que provocase la reacción violenta de Israel, obligaría a Barak a hacer más concesiones.

Para ello no dudó en utilizar a su propio pueblo, a los niños y jóvenes palestinos, como carne de cañón. Hasta el momento no he oído ninguna voz de la UNICEF que se levante en defensa de esos niños y jóvenes, expuestos cínicamente a una masacre por la Autoridad Palestina. ¿Por qué calla la UNICEF?