jueves, diciembre 30, 2004

NO HAY ALTERNATIVA: vista la corrupción, falta de transparencia, inclinación hacia países sin credenciales diplomáticas, escándalos sexuales y económicos de todo tipo en la ONU, ya no basta con una mera reforma. La única solución es un cambio de régimen en la organización-tótem. Una verdadera revolución, parecida a las que han acabado con sistemas tan turbios como, muy recientemente, el ucraniano. Lo escribe Claudia Rosett, y yo lo suscribo.