jueves, septiembre 08, 2005

DEBE HACER DÉCADAS desde que las páginas de Internacional de La Vanguardia no publicaban párrafos con verdades tan incontestables como estos de Eusebi Val, su corresponsal en Washington, hoy:
Las secuelas económicas y políticas del huracán Katrina complicarán el segundo mandato de George W. Bush, que ha soportaba el creciente desgaste por la guerra de Iraq y por el elevado precio de la gasolina. Los demócratas, aún no recuperados de la contundente derrota en las elecciones legislativas y presidenciales del 2004, intentan sacar rédito político de la situación, aunque no está nada claro que lo consigan.

En el análisis de la presente coyuntura, se corre el peligro del error -en el que se suele caer desde Europa- de confundir el microclima de las elites políticas y mediáticas de Washington y Nueva York con el sentir mayoritario del vasto país que es Estados Unidos. A menudo, la percepción es engañosa. La inequívoca victoria de Bush en el 2004 desmintió a quienes creían que la guerra de Iraq, el escándalo de Abu Ghraib y los fallos detectados por la comisión del 11-S en la evitación de los atentados eran motivo suficiente para descabalgar a Bush. Con el Katrina, el cálculo podría volver a ser equivocado.

A Bush se le han tolerado todos los errores. Además, el presidente ya no se presenta a la reelección: no se le podrá castigar directamente. En las legislativas de noviembre del 2006 influirán numerosos factores ajenos al huracán y específicos de cada estado. Los últimos años han demostrado que el país, demográfica y sociológicamente, avanza a favor de mayorías republicanas. Sólo un gobernador moderado y con carisma puede tener posibilidades de reconquistar la Casa Blanca para los demócratas.

La mayoría de los estadounidenses no forma su opinión basándose en editoriales del New York Times, sino que tienen otras fuentes [...]
Por supuesto, gran parte del error en el que se suele caer desde Europa se debe a la información elaborada entre otros por la propia Vanguardia, incluso en la misma edición de hoy. Precisamente por eso hay quien todavía se rasca la cabeza preguntándose cómo puede ser que el supuesto favorito a la Casa Blanca, John Kerry, haya vuelto a ser ese mediocre senador que siempre había sido en lugar de ocupar el despacho oval.

ACTUALIZACIÓN. Mi manía de no caer en el dequeísmo hace que a veces me pase, como amablemente me corrige Paybloy; debería haber escrito "Debe de hacer décadas", y no "debe hacer". Corregido queda, pero no todo el texto porque rompería la URL.

Paybloy me envía también un ejemplo incontestable de aquello a lo que me refería en el artículo. Esta es la encuesta de Gallup sobre quién piensan los estadounidenses que es responsable de los problemas derivados del Katrina:



Y así es como algunos lo explican: "Dos de cada tres ciudadanos estadounidenses desaprueban la gestión de Bush en la crisis". Sí señor.

ACTUALIZACIÓN II. Si queréis ver el penoso espectáculo de cómo delira un columnista, no os perdáis a Darío Valcárcel. No lo fiskeo porque colapsaría todo Blogger.com de tanto material, porque en cada frase hay un error, una falacia, una manipulación o un lugar común; incluso en alguna hay varias de estas trampas a la vez.