ESPERO QUE TODOS AQUELLOS que se curtieron como expertos en legislación anti-terrorista "analizando" la Patriot Act (lo escribo entre comillas porque aún no he conseguido que ni uno sólo pase del mantra "viola las libertades civiles de los ciudadanos de un país democrático" y cite un solo ejemplo concreto de ello, salvo de las bibliotecas que hace tiempo fue eliminado) se lance ahora como poseso a hacer otro tanto. En realidad más que eso, porque la nueva ley anti-terrorista en Francia es infinitamente más dura que la estadounidense:
Los cibercafés dejarán de ser, en Francia, el paraíso del anonimato. Así lo pretende, al menos, el Gobierno de Dominique de Villepin, que está ultimando una reforma de la legislación antiterrorista a fin de hacer frente a las nuevas amenazas del terrorismo internacional y sus modos de actuación.Ni en sus sueños más fascisto-imperialista-a Bú se le ocurre algo así. Y por la centésima parte de esto, no deja de oirse lo de Bu$Hitler y la Patriot Act. Así que venga, gente, ¡a denunciar!
El control de las comunicaciones, la videovigilancia de espacios públicos y el acceso a datos personales de todo tipo constituyen el eje del nuevo proyecto de ley, que anoche fue presentado en sus grandes líneas por el ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, en una comparecencia televisiva en la cadena France 3 a una hora de máxima audiencia.
Una de las medidas más llamativas es la que obligará a todos los cibercafés a conservar los datos técnicos de todas las conexiones de sus clientes, incluidos los proveedores de acceso a internet, los números de teléfono entrantes y salientes, las direcciones conectadas y los enlaces con teléfonos móviles, con el fin de que puedan ser consultados por la policía antiterrorista. La obligación sólo pesaba hasta ahora sobre grandes operadores de comunicación.
[...] El Ejecutivo se propone también extremar el control sobre los desplazamientos personales, con medidas que irán desde el establecimiento de controles de identidad en los trenes internacionales en cualquier momento del trayecto - algo que en la actualidad sólo se hace en el Eurostar, que une Londres y París-, hasta el libre acceso a los datos de las compañías de transporte sobre los pasajeros, pasando por la instalación de cámaras en los peajes de las autopistas para grabar matrículas y ocupantes.
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