QUE CONSTE que yo estoy de acuerdo en que no se debería haber traído a España a los dos piratas del Alakrana, porque habría que haberlos mantenido en la zona para poder usarlos como arma de negociación. Pero me hace muchísima gracia que tanta gente que lleva años berreando contra Guantánamo por su ilegalidad, al ir por una via paralela a la judicial, ahora diga como si tal cosa que el gran error del Gobierno es haber reconducido todo a través de los tribunales españoles. Que las fuerzas españolas tendrían que haber mantenido encerrados a Willy y su colega en una de las fragatas españolas hasta vete tú a saber cuándo, sin el más mínimo control, usándolos como moneda de cambio con los secuestradores (este es un ejemplo que me viene al teclado, pero no es ni mucho menos el único). Y todo ello sin haber pestañeado al ver las imágenes de Willy transportado exactamente igual a como el malvado Bush transportaba a los terroristas islámicos a Guantánamo, con su máscara de privación sensorial y todo, salvo en el hecho de que el mono era blanco en vez de naranja.
Llevamos años ensordecidos por acusaciones de tortura cuando esas cosas las hacen otros, particularmente entre los años 8 y 1 a.O. (antes de Obama) tras ver cómo una red organizada que pretende la destrucción física de ese país empezaba friendo vivas a tres mil y pico personas. Y a la primera que una pandilla de mataos nos secuestran a 35 personas nos sale el Rambo que llevamos dentro, dispuestos a detener ilegalmente a quien haga falta, debatiendo a qué país llevar o traer a los presos en lugar de a qué tribunal (es decir, igualico que en los malhadados" vuelos de la CIA"), o a perpetrar ejecuciones extrajudiciales como lo más natural del mundo ("lo que hay que hacer es cargarse a los piratas cuando hayan cobrado y se vayan con el botín; es duro, pero es que a veces hay que tomar estas decisiones. Qué quieres que te diga, chico, la vida es así").
Insisto, por mí como si les dan el tratamiento habitual que se les daba a los piratas del Caribe y se los hace saltar a punta de espada desde un tablón mientras los tiburones miran con cara de hambre su próximo desayuno. Pero es increíble que haya gente que no vea la contradicción. O peor, que la vean pero les importe una higa.
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