miércoles, diciembre 22, 2010

VAMOS A VER: puedo entender los argumentos en torno a los fumadores pasivos (pero no necesariamente compartir, dado que hay estudios serios como este del British Medial Journal que dudan de que sea tan nocivo como se dice; leed también esto, aunque esté en Comic Sans). Pero ¿a santo de qué viene tanta ansia por pretender que la gente no fume ni siquiera en casa?

Por nocivo que sea el tabaco, no parece demasiado compatible ir a por los fumadores y al mismo tiempo usar el "es mi cuerpo, es mi decisión" para justificar la ampliación del aborto. O el cacareado "derecho a una muerte digna" entendiendo que la decisión última sobre la duración de la vida no le corresponde a nadie más que a la persona afectada. Si puedo ser libre para irme de este valle de lágrimas tomándome un chupito de arsénico, ¿por qué no puedo serlo también para dejarlo inhalando el humo de mis cigarrillos?* Curiosamente las tres cosas (la cruzada anti-tabaco, la defensa del derecho al aborto y a una muerte digna) viene del mismo lado del espectro político. Y aunque lo he intentado, nunca he conseguido que alguno de sus simpatizantes me explique la contradicción. A ver si ahora hay suerte...

* Cuando oyen esto, neo-puritanos y miembros varios de la neo-Liga de la Moralidad y la Templanza suelen lanzar el argumento de que el problema es que los usuarios de "palitos de cáncer" cuestan dinero al contribuyente, y en definitiva a todos nosotros, que nos vemos obligados a cubrir el coste de sus enfermedades. A esto contesta magistralmente Sala-i-Martin en el enlace de arriba:
Se nos señala también que los costes hospitalarios de los fumadores suponen una carga financiera para los demás. Este argumente carece de lógica económica porque si los consumidores de tabaco no fumaran, ¡también se morirían! Y yo me pregunto: ¿acaso no costaría dinero esa muerte? La pregunta es si los costes de tratar a los fumadores son mayores que los costes de “morirse por otras causas”. Sobre este tema hay diversos estudios (Manning en Estados Unidos, Raynauld y Vidal en Canadá, Rosa en Francia, entre otros) con resultados sorprendentes: perder la vida por culpa del humo tiende a ser más “barato” que morirse, más adelante, por otras razones. De hecho, una de las enfermedades más caras de tratar es el Alzheimer que en general no aqueja a los fumadores compulsivos porque, a la edad que éste tiende a aparecer, la mayoría ya han fallecido.

Si a eso le añadimos que los fumadores tienen una esperanza de vida de unos 65años (justo al llegar a la jubilación) y que, por lo tanto, acaban cobrando pocas pensiones a pesar de cotizar toda la vida, llegamos a la conclusión que los fumadores no sólo no son un coste financiero neto sino que son una “ganga” para los no fumadores. La absurda ironía es que, si los activistas aplicaran correctamente la lógica económica, no sólo no deberían pedir la prohibición del tabaco sino que ¡deberían incentivar su consumo!
ACTUALIZACIÓN. Aclaro para quien no me conozca: soy fumador muy moderado, y prácticamente nunca fumo fuera de casa. Y ni siquiera en casa cuando hay alguien en la misma estancia. Podríamos decir que soy un lobo fumador solitario. Yo diría que no notaré los efectos de la nueva ley, o sea que en este post no respiro por la herida...