viernes, agosto 06, 2004

PUES SÍ QUE HA DURADO POCO esa ofensiva de los chiíes que describe tan épicamente como siempre (1, 2) el corresponsal de La Vanguardia en Beirut, Tomás Alcoverro. Y tan distorsionadamente: el cleriguito borderline Muqtada al-Sadr y sus desharrapados no son los chiíes; son una banda extremista marginal, denunciada por la mayoría de los chiíes entre los que destaca su máximo lider espiritual en Iraq, el ayatolá al-Sistani. Lo que Alcoverro pretende es que, como todo es un dato conocido que el 60% de la población de Iraq es chií, se piense inmediatamente que es el segmento mayoritario de la población el que se ha levantado contra los "malditos invasores yanquis".

No es así: se trata de una banda que, durante su última revuelta en junio, se estimaba tenía entre cinco y diez mil integrantes como máximo. Suficientes como para crear una situación complicada -sobre todo porque tienen la fea costumbre de escudarse tras la población civil y en mezquitas, conscientes de que la coalición iba a restringir su potencia de fuego para evitar causar daños a la población civil y a los lugares de culto-, pero que no tenían nada que hacer ante la potencia yanqui. Y es por eso por lo que ahora, tras la 'ofensiva' de Junio, ni siquiera queda en pie más que una fracción de esos 5-10.000 miembros. Y siguen sin representar a los chiíes; no lo hacían antes y ahora aún menos.

Se ve que Muqty (como lo llama Zeyad) no aprendió lo suficiente la última vez; se ha vuelto a poner chulito. Pero ha salido tan trasquilado que, según la BBC, tan sólo 24 horas más tarde ya está pidiendo el alto el fuego:
Radical Iraqi Shiite cleric Moqtada al-Sadr has called for a cease-fire to be restored after a day of heavy fighting between his supporters and US-led forces in the holy city of Najaf.
Mucho me temo que, si no extrae lecciones de todo ello, Muqty sólo conseguirá que alguien piense que la única manera de acabar con el problema es apartándolo de enmedio. Muerto el perro, se acabó la rabia. Y es que es exactamente eso lo que es al-Sadr: alguien rabioso porque creía que siendo hijo de un clérigo reverenciado, especialmente tras haber sido asesinado por Saddam, se le iba a reconocer automáticamente su auctoritas en el nuevo Iraq. Para su desgracia, en el chiísmo el factor relevante es la edad, y nadie de treintaytantos puede aspirar a convertirse en líder espiritual, sea hijo de quien sea.