UN MILLÓN DE PERSONAS siguen desaparecidas en Iraq como consecuencia del tío Saddam, ese viejecito que, como el abuelo de Heidi, era un cascarrabias pero en el fondo tenía un gran corazón.
Un millón de personas que no deben confundirse con estas, que ya están, desgraciadamente, más que encontradas.
Es seguro que parte de ese millón de personas simplemente huyó del país o se exilió, pero desde luego no todas. Muchas aparecerán en nuevas fosas comunes; de otras, los restos habrán desaparecido para siempre (¿en cal viva?).
Pero a las Madres de la Plaza Firdos nadie les hará ni puñetero caso.
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