martes, febrero 01, 2005

OTRO "SI, PERO" el de Luis Foix en La Vanguardia (requiere registro o Bugmenot.com, pero en su blog puede leerse en abierto), que se alegra de las elecciones del domingo pero no las considera legítimas:
Estas elecciones han sido organizadas por las potencias ocupantes en medio de bombas, intimidaciones, cientos de muertos, censos desconocidos, con menos de doscientos observadores internacionales que estaban en sus hoteles, con sólo cinco colegios electorales filmados por las televisiones, con fronteras cerradas, en estado de queda y sin que los vehículos pudieran circular en el día de las votaciones. No veo posible que en estas circunstancias se hubiera dado legitimidad a unas elecciones en cualquier parte del mundo.
Siguiendo esta lógica, pondríamos la legitimidad de todo proceso electoral en manos de cualquier grupo de impresentables que decida hacerlo descarrilar mediante la violencia. Serían ellos quienes tendrían la clave para que los biempensantes dieran el visto bueno a todo comicio. No digo que sea incentivar la violencia, pero se le parece mucho.

Pero es que además el absurdo de este planteamiento se revela aún más si hacemos una analogía en un ámbito más próximo. Imaginad que un día de estos, ETA y Batasuna deciden que, como España no va con ellos, van a boicotear unas elecciones generales al Congreso y Senado de Madrid. Batasuna no se presentaría a las mismas y animaría a los demás partidos a hacer lo mismo; paralelamente, ETA se encargaría de desanimar a partidos rivales, y emprendería una "campaña publicitaria" para convencer de la necesidad de que nadie vote si quiere conservar la nuca intacta, adobada con unas cuantas mochilas bomba, asesinatos de funcionarios encargados de organizar el proceso electoral y algún grupo de pacíficos ciudadanos por si acaso se escapa el mensaje. Ello obliga a montar un despliegue sin precedentes de las fuerzas de seguridad en todo el territorio que no impediría, sin embargo, que la campaña electoral fuese prácticamente inexistente y entre candidatos que en algunos casos no se atreverían a identificarse en carteles y material de campaña, y aún menos a aparecer en algún míting. Llega el día de las urnas y, mientras en el resto de España los ciudadanos acuden a votar en masa desafiando la amenazas terrorista y el toque de queda, en el País Vasco la inmensa mayoría de votantes se queda en casa; unos porque simpatizan con el boicot, y otros simplemente por el más natural de los sentimientos: temor a ser asesinados, ellos y sus familias, si acuden a votar. "Que aquí nos conocemos todos las caras", les han dicho durante semanas, y la amenaza funciona.

Planteado así, ¿alguien se atrevería a afirmar que las elecciones generales no han sido legítimas? Es más, ¿alguien puede decir que la baja participación en el País Vasco haría que los resultados de lo votado en Andalucía, en Canarias, en Madrid (en algunos de cuyos distritos la participación habría sido del 95%), fueran papel mojado?

No, no me vale que alguien diga que falla la analogía porque -a diferencia del País Vasco- en Iraq se ha entrado a sangre y fuego, a golpe de obús y mediante fuerzas militares de ocupación. Primero porque el origen de la situación es irrelevante para la analogía; lo que describo es un proceso electoral en el que un grupo concreto en un territorio específico decide hacer descarrilar un proceso electoral en todo el país mediante la violencia.

Y segundo, porque esa retórica es exactamente la que usan los abertzales; son ellos mismos quienes prueban que la analogía no está más forzada de lo imprescindible en esta figura retórica.

Por cierto, si el 20-F una buena parte de los votantes se abstienen de votar el tratado de la Constitución Europea (la abstención podrían llegar al 60 ó 70 tal como pintan las encuestas), ¿significará eso que aunque el resultado sea "sí" (como también parecen prever las encuestas), los santones de la opinión y al análisis dirán que la participación de los que se oponen a ella es vital para dar el visto bueno democrático y que por lo tanto el referéndum es ilegítimo?

¡Yupi!