TANTO el ABC como El Mundo publican hoy sendos reportajes sobre la gripe A. "El fiasco", dice aquél (el link requiere suscripción de momento, pero dentro de una semana será gratis); "El camelo", afirma éste, que además entrevista a Wolfgang Wodarg, el presidente de la comisión de salud del Consejo de Europa, que está investigando por qué el "consenso científico" en torno al peligro de la gripe A ha demostrado ser un fraude (¡y sin llamarle "negacionista" ni una sola vez!).
En ambos se explica detalladamente la histeria de los cientifi-trileros; la falsedad de sus previsiones apocalípticas; los problemas éticos de las cabezas visibles que las pronunciaban, y los intereses políticos e industriales que "empujaban" el pánico para poder llevárselo crudo. Son artículos interesantes por dos motivos. El primero, porque ponen en la arena informativa algo que a estas alturas parece claro: esa pandemia mortal con esos millones de muertos que se vaticinaban simplemente no se ha producido. Es algo fácilmente observable, objetivo. Algo más especulativo, pero no mucho, es la correlación entre ese pánico y los beneficios económicos y políticos derivados de los esfuerzos mundiales para evitar esa supuesta hecatombe. Correlación no implica causalidad, desde lugo. Pero hay que ser muy, pero que muy ingenuo para pensar que no tienen nada que ver. No hace falta ser Teresa Forcades para darse cuenta.
Pero como decía, los artículos son interesantes por dos motivos. Y el segundo es que permite hacer el ejercicio mental que os propongo. Sustituid "gripe A" por "calentamiento global". "Albert Osterhaus" por "Rajendra Pachauri" (con sus conflictos de intereses), o por "Al Gore" (el rey de los negocios verdes). Y a las farmacéuticas por ese complejo ecológico-industrial: ese conjunto de empresas verdes, de ONGs, de científicos que viven una financiación pública y unas becas que les permiten dejar sus oscuras cátedras varias veces al año para ir a todo lujo a conferencias en las que, demonios, les hacen caso los medios y salen por la tele. Y políticos, sobre todo políticos que así consiguen defender unas cuotas de intervencionismo cada vez más criticadas por unos ciudadanos cada día más agobiados por él.
Y ahora empezad a contar el tiempo que pasará hasta que la ecocondría sea destrozada así en los medios de comunicación, y sus defensores investigados del mismo modo. Sospecho que será menos del que ahora imaginamos. Sólo que, a diferencia del alarmismo por la gripe A que trabajaba con un calendario de meses que era fácilmente comprobable, la ecohisteria se proyecta décadas hacia adelante y por lo tanto la trola no se descubre tan pronto. Pero tranquilos, el desenmascaramiento del "consenso científico" llegará más pronto que tarde. De momento, y a pesar de los intentos por minimizar daños, Pachauri ya está cada vez más cuestionado; el Climaquiddick ha hecho mella, y ahora el Himalayagate ha golpeado fuerte las tesis alarmistas. Habrá más.
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