miércoles, junio 09, 2004

IGNACIO RUIZ QUINTANO, demoledor:
Para San Agustín no había cosa más deleitable de oír, ni más sabrosa de decir ni más dichosa de disfrutar que la paz. Para Zapatero, que es pacífico porque es sencillo y está enamorado, tampoco. «Con mi paz», dedicó un libro en la Feria del Libro, donde declaró lo difícil que ve él que de un libro surja la violencia. ¿Qué violencia puede haber en calzar una mesa? El presidente de la novena potencia económica del mundo se confunde con un corista leonés de «¡Viva la gente!» Negros, amarillos, blancos y cobrizos. Al estribillo: «¿De qué color es la piel de Dios?» Al fondo, Gallardón, que ha llegado a la conclusión de que el 11-M fue «un castigo al mestizaje de Madrid». Imaginen ustedes al Tunecino, harto de oír la misma cinta de Manu Chao y de comer la misma olla gitana en Morata, diciéndose: «Estoy hasta las pelotas de mestizaje. Voy a castigar a Madrid.» Nada, y cambió el gobierno. Que es que en España, por culpa de Aznar, que metió cuatro euros en los bolsillos de la clase media, no caben más pánfilos.
Por cierto que creía que la ñoñería de "me he impuesto practicar el método de la sonrisa, que es la mejor fuente para complacer a los demás" era imposible de superar, pero la verdad es que la delirante dedicatoria del libro quizás lo haga.

En serio; algún asesor de imagen, o algún buen amigo, debería decirle a ZP que hay ciertas cosas que uno puede creer, pero que atribuírselas en voz alta es increíblemente estúpido y pueril. Por ejemplo, decir constantemente que "yo escucho a todo el mundo, porque con el talante que me caracteriza es lo que creo que hay que hacer" es tan absurdo como alguien que dijera "yo explico muchos chistes y me llevo bien con todo el mundo porque soy muy simpático". Si uno realmente cree que tiene un talante dialogante, o que sonreír es positivo para relacionarse con los demás (lo que es cierto desde un punto de vista psicológico), o que es simpático, tiene que actuar en consecuencia y dejar que sean los otros quienes pongan la etiqueta explícita. Decirlo respecto a uno mismo es de una ingenuidad impropia de un adulto.

ACTUALIZACIÓN: El artículo es de Ignacio Ruiz Quintano y no de Ignacio Sánchez Cámara como indicaba por un lapsus en la versión original del post (ambos son columnistas de ABC). Gracias al comentarista anónimo por señalarlo.