HA LLEGADO EL MOMENTO en que es un imperativo moral el hacer públicos los documentos del fraude multimillonario del programa Petróleo por alimentos, escribe hoy Claudia Rosett (que merece un Pulitzer por el impresionante trabajo que lleva haciendo desde hace meses, casi en solitario, en relación con este tema).
Hay centenares de miles de documentos que documentan todas y cada una de las transacciones -regulares y delictivas; ya sabéis la querencia que tienen los dictadores totalitatios por la burocracia-, y están ahora en diferentes manos. Buena parte de ellos en las de la ONU que está, supuestamente, investigando el fraude que le salpica hasta las cejas. Otra parte está en manos de las nuevas autoridades iraquíes, otra en manos del Congreso Nacional Iraquí de Ahmed Chalabi, y otra en las cajas fuertes del banco francés, BNP Paribas, al que la ONU concedió la administración del chanchullo (link en catalán). Como nos cuenta Rosett, esta situación hace que se estén utilizando esos documentos como una verdadera partida de poker underground, en la que cada parte intenta o bien obtener las máximas ventajas, o bien simplemente mantener cerradas algunas bocas que podrían tener mucho que decir.
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