domingo, septiembre 12, 2004

IMPLACABLE JON JUARISTI:
Creer a estas alturas que el terrorismo islámico tiene algo que ver con el aislamiento de las distintas civilizaciones y su incomprensión mutua o con la ausencia de diálogo entre oriente y occidente rebasa los límites de la ingenuidad. Tal planteamiento es sencillamente estúpido. El nuevo terrorismo ha surgido precisamente al caer las barreras. Es un producto de la intensificación de las relaciones políticas, comerciales, tecnológicas y, por supuesto, culturales entre ambos mundos. No nace de un conflicto de cosmovisiones enfrentadas, sino de una lucha por la hegemonía en el seno mismo del islam (especialmente, en los países árabes). Qué pinta en todo esto la cultura, me pregunto, y qué esperan arreglar intercambiando exposiciones y conferenciantes.

[...] DE momento, el papelón que han hecho en la capital tunecina Rodríguez y su dúo dinámico ministerial, más conocido como los Morismeños, no puede calificarse precisamente de esplendoroso. El guiño cómplice del presidente español a Kerry ha debido estremecer al candidato demócrata (aunque acaso Bush se lo agradezca). Si la coalición, siguiendo el heroico ejemplo del gobierno del PSOE, se retirara de Irak, al Qaeda abriría un campo de entrenamiento de cinco estrellas junto a cada parada de autobús y, sobra decirlo, en menos de un año tendríamos que ir a trabajar en patinete. Estupendo y desconcertante el quiebro dialéctico de Cecé. Antes del verano nos prometió, como se recordará, un gran año cultural marroquí, si bien mantuvo lo del cuarto centenario del Quijote porque Cervantes había disfrutado de un Erasmus en Argel, donde aprendió jalufo y, según las malas lenguas, salió del armario. Ahora añade al calendario de fastos la celebración del centenario de Ibn Jaldún, famoso historiador de Iffriqiya que, entre 1363 y 1365, debió echarse novia en Cabra. No era mora, caballero. Sólo cristiana cautiva.