¿ENRIC HARO? ¿Eduardo Marco Tecglen? Es que me lío.
ACTUALIZACIÓN. El transgresor oficial de lo políticamente correcto en La Vanguardia, Manuel Trallero:
El señor Enric Marco triunfó en su invención de falso deportado a un campo de concentración, porque dijo exactamente lo que nosotros queríamos oír. Ése fue su gran éxito: complacía al público. No se apartó ni un ápice del guión ni se le ocurrió decir, por ejemplo, que había conocido a un miembro de las SS que era simpático, eso le hubiera delatado. Por el contrario, explicó con detalles un combate a vida o muerte con un soldado alemán, y tras vencerle sobre el tablero de ajedrez, se sintió como si hubiese ganado él solito la batalla de Stalingrado. Perfectamente creíble.
No sólo explicó lo que querríamos que explicase, sino que lo hizo de la forma como nosotros deseábamos: con sensiblerías. De tal suerte que igual hizo llorar con su narración a los chicos de instituto en el Museu d´Historia de Catalunya como a la señora Chacón en el Congreso de los Diputados. Siguió el manual de estilo que igual sirve para las víctimas del tsumani que para la señora Pilar Majón y el 11-M, para La Marató de TV3 que para la agonía televisada del Papa.
Recuperar la memoria histórica es una forma de hablar, un eufemismo. En realidad se trata de llevarle la contraria al Partido Popular, como arma política, de escribir la historia con los mismos renglones torcidos con que la escribió el franquismo, pero en sentido contrario, ni un ápice de imparcialidad. Hay que rebobinar la moviola, volver atrás. El señor Marco no es sólo un sociópata, un ególatra o un enfermo, sino que sobre todo es uno más de los que creen a pies juntillas que contra el franquismo valía, y vale, todo, incluso la mentira.
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