NO, LO DE AYER DE OBAMA no es una victoria clave como
dice El País sino que el presidente se salva por los pelos del más absoluto de los ridículos: ver cómo le tumban uno de sus proyectos estrella. Vamos a ver: el Congreso --tanto el Senado como la Cámara de Representantes-- va a votar muy mayoritariamente en contra del acuerdo con Irán, tanto los Republicanos como los Demócratas. Obama dijo que en ese caso vetaría, pero las cámaras pueden cargarse el veto con el voto de dos terceras partes, lo que estuvo a punto de ocurrir hasta que ayer el presidente obtuvo el 34º voto de apoyo (de los 100 senadores que hay en total). Sólo así Obama se asegura de que no le van a tumbar el veto, pero sigue habiendo una mayoría muy amplia, incluyendo los senadores de su propio partido, que están en contra.
Es decir, no es victoria alguna sino que se ha salvado del desastre personal en el último minuto, a la vez que nos condena a todos los demás a ello, con un acuerdo nefasto que garantiza virtualmente que Irán tendrá armas nucleares en los próximos años: como muy tarde dentro de 15 cuando expira el acuerdo. Como pronto, bastante antes, porque el régimen de inspecciones es de chiste: se les da a los iraníes 24 días de preaviso y se deja que sean ellos mismos, no la IAEA o cualquier otra potencia, los que se inspeccionen.