EL DIABLO ESTÁ EN LOS DETALLES, como reza el dicho anglosajón, y habrá que ver la letra pequeña, pero así de entrada parece que la cumbre de Bruselas no le ha ido del todo mal a Rajoy: con alguna que otra condición ha obtenido todo lo que pretendía. Otra cosa es que nos haya ido bien a nosotros y especialmente a nuestros descendientes, que en definitiva seremos los que acabaremos pagando capitalizaciones bancarias, préstamos —preferentes o no—, y compra de deuda de todo tipo y condición.
Lo que quiero decir es que sí, posiblemente no hay más remedio que hacer algo así, siendo la alternativa (un derrumbe inmediato de la zona euro en toda regla) infinitamente peor. Pero tampoco vayamos ahora a celebrarlo como una victoria de la roja dando saltitos en Cibeles, porque pagar todo esto nos va a costar sangre, sudor, y lágrimas. Y si además no se acompaña de reformas y medidas que de verdad eviten que estas cosas vuelvan a pasar, será una pérdida de tiempo y dinero.