NO FUERON DIEZ MIL, sino
20 mil millones de dólares (esto es, 21.000.000.000, que con ceros se aprecia más la brutalidad) los que estafó Saddam Hussein a través del programa
Petróleo por Alimentos.
Más del doble de lo que se suponía hasta ahora. Con ellos se enriqueció personalmente, enriqueció a los suyos, y compró voluntades en todo el mundo. Entre ellas las de Benon Sevan, el oficial de la ONU a cargo del programa, Kojo Annan, el hijo del secretario general de las Naciones Unidas, y múltiples políticos, periodistas y figuras relevantes en todo el mundo, incluido nuestro país.
Y queda mucha madeja de la que tirar.
ACTUALIZACIÓN. Islero en comentarios aporta un dato que ayuda aún más que escribir la cifra con todos sus ceros: y es que en el año 2000, el PIB de Iraq era exactamente de 20.000 millones de dólares; millón arriba o millón abajo, la misma cantidad estafada a los iraquíes por el tirano, sus secuaces y sus palmeros.
Otro modo de verlo: partiendo de que el PIB de España es de unos 800 mil millones de dólares, la estafa equivaldría aproximadamente a un 2,5% del producto interior bruto español.
Con la de ríos de tinta que corrieron en su momento a propósito de escándalos como Enron, que supuestamente demostraban que el sistema capitalista estaba podrido por dentro. Calderilla al lado de esto; pero sobre el organismo tótem y sobre el segundo tirano favorito de la biempensantía (el primero, por lo menos de la de aquí, es Castro) casi ni una línea, no vaya a ser que se manchen sus reputaciones.
ACTUALIZACIÓN II. Roger Simon
se pregunta qué habría ocurrido si la estafa hubiese seguido funcionando, porque no se hubiese interrumpido a raíz de, hmmm,
cierto acontecimiento ocurrido en Iraq hace un año y medio.