LA COMPLICADA SITUACIÓN DE NAJAF parece que se ha desactivado, por lo menos hasta que al cleriguito borderline se le vuelvan a cruzar los cables y pretenda conseguir con violencia lo que obviamente no puede conseguir democráticamente.
Y todo se ha solucionado con diálogo, sí, pero sólo porque ese diálogo viajaba junto a tropas armadas hasta los dientes:
BAGHDAD, Iraq (CNN) -- Radical cleric Muqtada al-Sadr announced Wednesday his militia will leave the Imam Ali mosque, after a threat by the government to "liberate" the holy site.Inmerso como está el país en un proceso constituyente tras décadas de dictadura sanguinaria, no habría mejor momento para arrasar en las urnas si realmente tiene tantos seguidores como afirma. Evidentemente no es así, aunque los medios de comunicación le estén haciendo el juego -todo sea por ayudar a la causa- presentándolo como alguien de peso con miles, qué digo miles, millones de iraquíes, como si representara a todos y cada uno de los chiítas que componen el 60% de la población del país. Uh, qué miedo.
In a letter from al-Sadr's office in Baghdad, al-Sadr said he agreed to three demands made to him Tuesday night by a delegation from the conference -- that he and his forces leave the mosque, disband his Mehdi Army and "enter into the mainstream political process."
Delegates to the conference cheered when the letter was read Wednesday, but some of them were quick to point out that unanswered questions remained -- including when the militiamen would withdraw from the mosque.
The letter came after Iraqi interim Defense Minister Hazem Sha'alan said the government had completed preparations for a military operation to "liberate the holy shrine" and regain "Najaf city from the gang of mercenaries."
In an interview with Arabic-language TV network Al-Arabiya, Sha'alan said Iraqi troops would enter the holy sites in Najaf in a swift operation and said he expects a "decisive battle."
Pero la verdad es que al-Sadr no tiene prácticamente más apoyo que, por un lado, el de tipos tan alucinados como él y, por otro, el de los dementes ayatolás de Irán, que están haciendo lo indecible para evitar tener que remojar sus barbas tras ver cómo los aliados afeitaban las del déspota vecino. Literal y metafóricamente.
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