EL SECUESTRO de Kenneth Bigley es un arma para pudrir los sentimientos de la opinión pública, escribe Miguel Vidal:
La información sobre secuestros y las imágenes de los degollados son tan frecuentes, tan numerosas, que empezamos a confundir los hechos. Y la manera en que algunos (muchos) medios están informando agrava las cosas en lugar de explicarlas, en lugar de colocar cada elemento en su lugar. Se nos empieza a olvidar que los culpables de la situación de Kenneth Bigley y de muchas otras personas son quienes los retienen y amenazan con la muerte si no se aceptan sus condiciones, que generalmente son poco menos que imposibles de cumplir salvo que se trate de un secuestro para obtener dinero, como parece haber sido el caso de las dos cooperantes italianas.
El rehén británico está resultando valioso a sus captores en la medida en que grita y llora y acusa a Tony Blair de su situación. Por eso todavía no está muerto. Los asesinos fundamentalistas, a los que algunos llaman resistencia, están utilizando los videos de Kenneth Bigley para seguir chantajeando, para presionar a Blair, para movilizar en contra del primer ministro a la población del Reino Unido. Lo hicieron en Madrid el 14 de marzo, sin duda lo están intentando en Estados Unidos en vísperas de las elecciones presidenciales y lo han dicho muchas veces: quieren influir en las decisiones de los países infieles, a los que han declarado la guerra, quieren que cambiemos, quieren que hagamos lo que ellos dicen. Quieren doblegarnos.
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