POR MUCHO QUE HAYAN DICHO que oponerse a derrocar a Saddam Hussein no equivalía estar a favor de éste, lo cierto es que -usando la expresión que Orwell reservaba para quienes en su momento se opusieron a hacer algo en contra del fascismo- objetivamente sí estaban de su parte: eran objetivamente pro-Saddamitas.
No se trata ni mucho menos de que todos y cada uno de los críticos con la guerra de Iraq fueran consciente y activamente partidarios del tirano. No negaré que había gente de buena fe, normalmente desinformada por los que de buena fe no tenían tanta, que planteó su postura de corazón. Pero incluso éstos tendrán que afrontar tarde o temprano la dolorosa evidencia de que si su postura hubiese tenido éxito-es decir, si los unilateralistas de las Azores les hubiesen hecho caso y hubiesen "parado la guerra"-, Saddam seguiría a día de hoy en el poder, con las manos libres para seguir empapando el suelo del país con la sangre de sus súbditos. Día tras día. Sin entrar en cuestiones subjetivas de por qué motivos se estaba en contra de la guerra, lo cierto es que oponerse a ella implicaba objetivamente que uno era partidario de que el genocida siguiera en el poder. Y aunque duela, el propio Saddam lo confirma:
Saddam Hussein was overjoyed when he learned that Spanish troops had left Iraq, a spokesman for the former dictator’s legal team said.(via HispaLibertas)
[...] Saddam last met his defence counsel in December and
conveyed his greetings to all "free people" of the world "and especially to France and Germany," which were staunch opponents of the war that toppled him, Khassawneh said.
Saddam voiced his joy during the four and a half hour meeting when he was told Spain's new government had left the US-led military coalition in Iraq.
"He was very happy to know that Spanish forces had left Iraq," Khassawneh said.
Spain withdrew its 1,400-strong contingent from Iraq in April-May last year.
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